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viernes, 31 de marzo de 2017

ENTREVISTA EN EL PERIODICUM

http://www.elperiodicum.es/cultura/antonio-parra-sanz-el-mundo-esta-lleno-de-valientes-a-los-que-no-vemos-o-no-queremos-ver/

Antonio Parra Sanz: “El mundo está lleno de valientes a los que no vemos o no queremos ver”

Literatura en Murcia
  • Antonio Parra Sanz nos habla del nuevo detective asentado en Cartagena: Sergio Gomes
  • “Que la cultura no se vuelva una masificación, que sea para una inmensa minoría, la que verdaderamente quiera acercarse a ella”
Gomes es un detective español protagonista de las novelas Ojos de fuego y, la más actual, La mano de Midas, escritas por Antonio Parra Sanz. Este autor, nacido en Madrid pero que habita en Cartagena desde hace algunos años –en donde también imparte clases de Lengua Castellana y Literatura en un Instituto–, ha creado un nuevo personaje que, en su última entrega, llega a las calles de la Región de Murcia para resolver un nuevo caso; en esta ocasión, el asesinato de un masajista, que le llevará a conocer a los empresarios ficticios más influyentes de la ciudad portuaria.
Antonio Parra participa activamente en la revista “Solo novela negra”, en donde se encarga de la redacción de reseñas de este género y en la que trabaja como “corresponsal” en todo lo relacionado con las actividades de género negro que ocurre en la Región y de las que afirma que “no son pocas a juzgar por la cantidad de nuevos autores negros que han surgido en el último año y medio”.
Antonio Parra Sanz. Foto: um.es
Antonio Parra Sanz. Foto: um.es
El Periodicum: Gomes, el protagonista de Ojos de fuego y de La mano de Midas, es un detective privado algo diferente a lo que estamos acostumbrados, ya que no es vocacional ni el típico detective al que le apasiona su trabajo. ¿Por qué escogió este personaje?
Antonio Parra: Quería a alguien a quien pudiéramos calificar como “del montón”. Primero, por una cuestión práctica: si uno es un tipo normal es más fácil pasar desapercibido a la hora de trabajar como detective privado y, después, porque no me atraía la figura de un representante de la ley, prefería a alguien que pudiera meterse incluso allí donde no lo haría un policía, al menos sin una orden judicial.
E.P.: “Siempre he preferido las novelas negras, no para ilustrarme, sino más bien para cerciorarme de cuánto mienten los escritores sobre los detectives privados y qué lejos suele estar la vida de la literatura”. Esto lo piensa en un momento determinado su protagonista. ¿Cree en los tópicos de los detectives privados que podemos encontrar en la literatura?
A.P.: Hay de todo, la verdad. Existen detectives de ficción que son absolutamente creíbles y otros que parecen el producto de una película de fantasía. Por fortuna, el panorama de la novela es tan amplio que han aparecido detectives de todo pelaje, y lo cierto es que casi siempre están muy alejados de la realidad. Si se tiene la oportunidad de hablar con un detective privado real, se sabe rápidamente que pocas veces se va a ver envuelto en casos como los que se presentan en las novelas, pero ahí radica también el atractivo de los detectives literarios, al permitirnos llegar a lugares donde uno real no entraría.
E.P.: En sus libros se menciona, por ejemplo, a Sherlock Holmes. ¿Se ha inspirado en algún detective o en un personaje real para configurar a Gomes?
A.P.: Son obvias las similitudes fonéticas entre Sherlock Holmes y Sergio Gomes, a poco que uno quiera entrar en el juego, pero ahí termina todo el parecido entre ellos. La ocurrencia vino de la mano de un guionista al que una vez escuché decir que había que prestar mucha atención a la sonoridad de los nombres en los personajes. En cuanto a otras inspiraciones, aunque suene un poco pretencioso, creo que Gomes está a mitad de camino entre Pepe Carvalho y Philip Marlowe, o al menos toma algunos rasgos de ellos –culpa de quien se pasó media vida leyéndolos-. De Carvalho me gustó siempre la mirada hacia la crítica social, y a Marlowe le he envidiado mucho la ironía y la tenacidad.
E.P.: ¿Hay algo de usted en él?
A.P.: Evidentemente. Lo queramos o no, siempre dejamos una parte de nosotros mismos en todos nuestros personajes, quizá un poco más en los protagonistas. Gomes y yo compartimos la alergia hacia la hipocresía, y también la poca paciencia con respecto a los abusos que cometen aquellos que tienen poder. También nos gusta mucho observar la realidad que nos rodea, incluso el detalle más insignificante, y los dos somos muy testarudos, aunque él más que yo. Lo demás ya nos aleja, nuestras vidas no se parecen en nada, afortunadamente, porque así puedo enredar en la suya a la hora de escribir.
E.P.: En sus novelas, está muy presente la policía y el trabajo que esta realiza. ¿Qué opinión tiene del mismo?
A.P.: Siempre me ha atraído el trabajo policial. Yo creo que a todos, desde niños, nos ha gustado encarnar en nuestros juegos a algún miembro de la ley, llámese sheriff o policía secreto… Claro que luego uno crece y la vida, en ocasiones, le lleva a ver ciertas acciones policiales como ejemplos de abuso de poder, aunque en esos casos tal vez habría que cargar contra quienes daban las órdenes, como en los totalitarismos que usaban a la policía como instrumento de su tiranía. Con el tiempo, y con la afición a la novela negra, se aprende a ver a los efectivos policiales de otra manera, y hay de todo, como en cualquier profesión, lo que pasa es que en la suya están más expuestos. Hoy me enorgullece decir que tengo algunos buenos amigos en el mundo policial.
E.P.: Hace referencia en La mano de Midas a “un par de artículos de opinión que fueron lo único destacable de la revista, firmados por un antiguo corresponsal de guerra y por un joven genio de la literatura que ya iba perdiendo la juventud pero no el talento”. Parece, casi sin lugar a dudas, que se está refiriendo al escritor Arturo Pérez-Reverte, nacido en el mismo lugar donde se desarrolla la historia. ¿Le gusta introducir en sus novelas personajes de la realidad?
A.P.: La verdad es que sí, porque si trabajamos con novelas que transcurren en la actualidad, no veo por qué no pueden aparecer referencias de la misma. En el caso que comenta, se trataba de hacer que Gomes leyese el suplemento dominical que yo mismo leía por entonces, y de él lo que más me interesaba eran esos artículos. Un escritor siempre está reflejando su mundo, o pequeñas parcelas del mismo, porque se alimenta de él para sus historias; otra cosa es que luego esos personajes aparezcan con sus nombres reales o no, pero cualquiera de las personas que nos rodean puede convertirse en materia literaria en un momento determinado.
E.P.: ¿Van a continuar las aventuras de Gomes? ¿Piensa permanecer en Cartagena o volverá a la capital española con su jefe, Galindo?
A.P.: Van a continuar las aventuras de Gomes, sí, porque él está empeñado en que así ocurra. De momento se ha quedado en Cartagena recuperándose y tratando de encontrarse a sí mismo, porque en la novela anterior le sacudieron algo más que los huesos. Su jefe regresa a Madrid pero él se queda en la ciudad portuaria, y allí transcurrirá su próximo caso, aunque no descarto que vuelva a la capital en otra entrega a solucionar un asunto que tiene que ver con su pasado.
E.P.: El valor aparece mencionado en ambas historias: “El humor es un signo de inteligencia, el valor no tanto, depende del grado puede convertirse en estupidez” o “Tal vez el valor no consista más que en la insensatez de evadirse del peligro pensando cosas ridículas”. ¿Qué cree usted que es el valor?
A.P.: Cada vez estoy más convencido de que el valor reside en los actos pequeños más que en las grandes heroicidades: valor es salir a la vida cada día ganando mil euros y mantener con ellos a una familia, valor es sobrevivir cuando ni siquiera se tiene ese trabajo de mil euros, valor es pelear porque no te echen de tu casa cuando un banco carroñero ha mostrado sus verdaderos dientes, valor es ser una mujer y pelear cada jornada en su puesto de trabajo para cobrar según sus méritos y no su sexo, valor es ser un hombre y aceptar que la casa y los hijos son un patrimonio común y no solo de una mujer, valor es decir en cada momento lo que se piensa, valor es no dejar que los políticos corruptos nos sigan engañando. El mundo, créame, está lleno de valientes a los que no vemos, o no queremos ver… Al final todo se limita, valentía incluida, a la decisión de ser una persona íntegra o dejarse comprar.
E.P.: “Mis preferencias lectoras no eran demasiado firmes, pero sí lo suficientemente como para no dejarme contagiar por la fiebre que le había entrado al país con la novela histórica”. ¿Opina usted lo mismo que su protagonista? ¿Qué opinión tiene usted respecto a este género?
A.P.: ¿Respecto a la novela histórica? Es un género que yo respeto mucho pero que me cuesta leer, la verdad; lo respeto porque, a la par que cuenta una historia de ficción, centra la misma en una época que hay que reflejar con fidelidad. Tiene, por lo tanto, un doble valor, narrativo y didáctico, y esas son sus mayores virtudes. Ahora, como pasa con todo, hay que trabajar el género con rigor, no vale reflejar cuatro tópicos en una novela pensando que el lector no se va a dar cuenta, y el lector, por su parte, no debe caer en la tentación de pensar que ya sabe Historia por haber leído una novela histórica, algo que pasa con demasiada frecuencia. Hay que distinguir la verdadera Historia de la Historia ficcionada o novelada.
E.P.: “Cuando la cultura se abona como las patatas, la carne o los detergentes, algo empieza a peligrar”. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
A.P.: No es la primera vez que esta frase de Ojos de fuego me persigue, y necesitaría mucho tiempo y espacio para explicarme, pero trataré de ser conciso. Cuando escribí esa frase, cuando Gomes la escribió, ambos queríamos criticar a las grandes superficies de la cultura, a las grandes librerías que vendían también cine, música o hasta informática, porque parecía que se perdía la esencia de la literatura. Después uno piensa que es bueno que la cultura llegue al mayor número de personas posible, aunque se arrepiente rápido al ver la reacción de muchas de esas personas, que admiten sólo ciertas “recomendaciones” culturales. Así que si tengo que elegir ahora, me ratificaría en esa frase y, además, la completaría con otra: que la cultura no se vuelva una masificación, que sea para una inmensa minoría, la que verdaderamente quiera acercarse a ella.
E.P.: Un libro que recomiende.
A.P.: Ahora, en cambio, me voy a salir del género. Recomiendo, y siempre recomendaré, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, porque fue el libro que me convirtió en lector para toda mi vida, porque en sus páginas está recogida la magia de la narración y porque el lenguaje en esa novela se convierte en un instrumento que todo lo puede.
E.P.: Y ya que su novela se cimienta sobre el trabajo de un detective privado, elija un detective literario imprescindible.
A.P.: Uf, difícil elección, porque la galería es muy amplia y cada uno aporta sus virtudes; pero creo que me quedaría con Pepe Carvalho, por el paisanaje, por cercanía ideológica, por el desapego con el que terminó por mirar el mundo, por la ironía, por la fuerza con la que resuelve los casos, por su paladar, por quemar libros no, eso es lo único que no le perdono. Pero, por otro lado, si necesitara que un detective literario investigara mi muerte o la de alguien cercano a mí, acudiría sin dudarlo a Rubén Bevilacqua, de Lorenzo Silva.

Antonio Parra ha creado a un nuevo personaje que esperemos esté en nuestra geografía mucho tiempo, resolviendo crímenes con esa particular visión de la vida que le caracteriza.
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Mónica Pelluz

Coordinadora de correctores y amante de las letras. "Una palabra puede cambiar el mundo".

miércoles, 29 de marzo de 2017

CUENTOS SUSPENSIVOS EN CARTAGENA ACTUALIDAD

EL RINCÓN LITERARIO DOMINICAL DE PACO MARÍN: “CUENTOS SUSPENSIVOS”


TÍTULO:     Cuentos suspensivos
 AUTOR:      Antonio Parra Sanz
 EDITA:       La Fea Burguesía (2017)
 Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 13,4 x 21 cm. Número de páginas: 158. PVP: 10,00 €. ISBN: 978-84-946202-1-8
Antonio Parra Sanz nos sorprende, gratamente, con una nueva publicación, Cuentos suspensivos, compuesta por una docena de cuentos y relatos cortos más una docena de microrrelatos a los que él bautiza como ‘Minificciones’. La calidad de cada uno de ellos está garantizada…pasen y lean, el deleite de su lectura se agranda por algún que otro artificio del autor que juega con la curiosidad del lector. Nos reencontramos con personajes conocidos y conocemos a nuevos amigos, por ejemplo Don Patroclo, no busquen a Sergio Gomes; llegará en su momento, espero que más pronto que tarde, con nuevas aventuras.
 Algunos de los relatos, los incondicionales de Antonio Parra, ya los conocíamos pero otros no y tengo que descubrirme ante ellos…que forma de contar, que manera de intrigar, sólo un auténtico maestro lo consigue. Entre ustedes y yo les diré que La Tormenta es mi primer favorito, seguido de Inevitables golosas –hubo un momento en que la carcajada y los aplausos atronaron mi despacho, mentalmente me descubrí ante tanta grandeza relatora-.
 Vencer al destino, ése es el objetivo de muchos de los personajes que pueblan estos relatos, reordenar su mundo, enfrentarse a sus miedos y conseguir vencerlos para seguir viviendo. En estas páginas hay hombres asaltados por un sueño, herencias envenenadas, mujeres capaces de tomarse sus propias venganzas, asesinatos por encargo, amores desnortados, curiosos encuentros con la muerte y un puñado de microrrelatos con los que el autor trata de encontrar una nueva visión de la realidad.
 Mi curiosidad no tiene hartura y por ello le pregunto a Antonio Parra Sanz:
 ¿Cuándo, cómo y por qué nace cada uno de los relatos largos? Elija algunos y comente…
 La tormenta.
Éste fue el que podríamos considerar como mi primer relato literario, es decir, aquél tras cuya elaboración y lectura yo sentí que podía convertirme en escritor, porque había logrado encontrar un tono literario que llevaba bastante tiempo buscando. Hace ya unos cuantos años de ello y ha permanecido inédito todo este tiempo, además de haber sufrido unas cuantas revisiones, por eso me hace especial ilusión que se haya publicado, y por eso también está el primero en este libro. El ambiente y el tono hay que agradecérselo al Cela de Mazurca para dos muertos, o al propio Álvaro Cunqueiro, cuyas pinceladas sobre Galicia siempre me fascinaron.
 Ite Missa Est.
 Este relato ha sido el único que he escrito por encargo. Hace un par de años la editorial Atlantis quiso editar una antología de relatos cuyo eje central fuera la corrupción, y me pidieron colaborar en el volumen. Así nació este cuento, con la voluntad de darle cabida a cuatro voces que, asistiendo a una celebración eucarística, reflexionan sobre la crisis y la corrupción, y le muestran al lector el punto de vista que cada uno tiene de ellas. Son un cura, una mujer a punto de ser desahuciada, un político corrupto y un inspector judicial…, imagínese ahora lo que puede haber salido de semejante cuarteto. Además, se da la circunstancia de que la génesis de este relato se produjo en el interior de una iglesia, tuve que asistir a una misa y durante el transcurso de la misma se gestó la trama en mi cabeza.
 El sueño de Tántalo.
 Cuando alguna vez me preguntan acerca de cuál de mis novelas es la que más me gusta, nunca sé qué responder y termino asegurando que la próxima, en cambio, cuando esa pregunta tiene que ver con mis relatos, no tengo dudas, es éste. Es el relato que más satisfacciones me dio a la hora de escribirlo, y creo que es el mejor de todos los que he escrito, al menos a mí me lo parece. Ese ambiente fronterizo y prostibulario de La Bámbola me satisfizo como autor –de hecho lo he recuperado en cuentos y novelas posteriores-, y el personaje de Arturo Barrios, el exboxeador cautivado por la prostituta eslava, ha sido una de mis mejores criaturas. Por no hablar de la temática, que da siempre mucho juego: hablar de lo que se tiene al alcance de la mano y no se puede obtener es un filón literariamente hablando.
 Inevitables golosas.
 ¿Ha tenido usted alguna vez odio hacia algún animal, alguna costumbre, alguna circunstancia? Yo sí, yo odio profundamente a las moscas, y con este relato traté de sacarme de encima el profundo asco que me producen. De ahí que el personaje se vea asediado por ellas y sienta la necesidad de estudiarlas, de leer sobre ellas, de conocer tratados que hablen de sus costumbres…, lo demás ya fue un juego, porque la literatura también debe ser lúdica de vez en cuando, no sólo vamos a vivir de sesudos planteamientos, fue un juego un tanto macabro que pretendía provocar en el lector tanto risa como repulsión, y a juzgar por los comentarios que he recibido de un buen número de lectores, creo que con este relato logré ambas cosas.
 ¿Y las minificciones?
 Pues la verdad es que, después de haber leído muchos microrrelatos, sentí curiosidad por saber si sería capaz de trabajar con este género tan nuevo y tan particular, porque exige una capacidad de síntesis brutal, una precisión de cirujano en el lenguaje y una pequeña sorpresa final para el lector, que además ha de ser cómplice de la historia que se le sugiere, porque en un microrrelato se sugiere una historia más que contarla.
Eso sí, con ellos sí que decidí, además, divertirme creando, de ahí que en esta docena de minificciones haya un poco de todo, ambiente negro, homenajes literarios, alguna crítica social, desdoblamientos de personalidad, un texto infantil incluso…, como ve, un amplio abanico temático, que es otra de las virtudes que atesoran los microrrelatos. Sólo espero que el lector acepte el reto de jugar con ellos, y que los disfrute tanto como yo.
 Antonio Parra Sanz (Madrid, 1965) es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES “Mediterráneo” de Cartagena, profesor de Escritura Creativa en ISEN Centro Universitario adscrito a la Universidad de Murcia. Ejerce como crítico literario del suplemento cultural Ababol, del diario La Verdad, y de la revista Sólo Novela Negra, es miembro del Grupo Promotor del Proyecto Mandarache de Jóvenes Lectores, cofundador del ELACT (Encuentro Literario de Autores en Cartagena). Cofundador y Director Literario de Cartagena Negra (CTN). En su blog ejerce la crítica literaria y desgrana la actualidad con artículos de opinión.
Ha publicado las novelas de la serie Sergio Gomes Ojos de fuego La mano de Midas (Premio Libro Murciano del año 2015); Apocalipsis 17.1, Acabo de matar a mi editor. Es autor de los libros de relatos Desencuentros, El sueño de Tántalo y Polos opuestos. Es autor también de los volúmenes de artículos La linterna mágica Butaca de patio; y del ensayo Tres heridas (Aproximación didáctica a la Antología poética de Miguel Hernández), así como del guión cinematográfico Mala reputación.
 http://www.cartagenaactualidad.com/2017/03/el-rincon-literario-dominical-de-paco-marin-cuentos-suspensivos/

ENTREVISTA EN EL DIARIO LA OPINIÓN

Antonio Parra: "Me interesa más el proceso de enfrentarse a los miedos que vencerlos"

Cartagenero de adopción, Antonio Parra Sanz presentó la semana pasada su nuevo libro, Cuentos suspensivos, que recoge doce relatos y doce microrrelatos

27.03.2017 | 04:00
Antonio Parra Sanz durante la presentación de ´Cuentos suspensivos´ la semana pasada en Cartagena. 
Antonio Parra Sanz no es uno de esos escritores que da tregua a sus lectores. Les exige, les invita a involucrarse en la historia, a encontrar el enigma, la solución del problema. Pero en su último libro, Cuentos suspensivos (La Fea Burguesía), lo hace de una manera distinta a la que nos tenía acostumbrados, al menos en los últimos tiempos. El escritor madrileño –aunque afincado en Cartagena desde largo tiempo atrás– recupera el relato y se prueba en el microrrelato. Un trabajo con el que enganchar a su público mientras su gran personaje, Sergio Gomes, prepara un nuevo caso.
¿Qué podemos encontrar en Cuentos suspensivos?
Desde un punto de vista narrativo, unos cuantos relatos de temática diversa que espero que logren agarrar al lector por las solapas, o hacer que pase un buen rato con su lectura. Estructuralmente recoge doce piezas más o menos extensas y doce muestras de lo que se ha llamado minificción, es decir, microrrelatos. En el fondo todo con la misma voluntad, la de contarle al lector unas cuantas historias, que es lo que mueve a todo escritor.

Con este libro vuelve a sus orígenes. ¿Era el momento de mirar atrás y hacer balance?
No creo que se trate de hacer balance, más bien de disfrutar de la oportunidad que la editorial La Fea Burguesía me ha dado de volver a publicar relatos. Algunos de ellos ya habían aparecido en volúmenes colectivos, pero otros permanecían inéditos y me pareció una buena ocasión para que juntos vieran la luz. Y en cuanto a lo de volver a los orígenes, algo de eso hay, porque yo me estrené en la literatura escribiendo relatos y es algo que no puedo, ni quiero, olvidar.

Como escritor, ¿qué le ofrecen los relatos que no tiene la novela?
Siempre que surge esta pregunta suelo dar la misma respuesta: no se trata de elegir entre relato o novela. Me gusta considerarme narrador y, como tal, a veces se abordan tramas extensas y otras más breves. La satisfacción por contar una historia es la misma en ambos casos, lo que cambia es la génesis y también la forma de trabajo. El relato es como un fogonazo, el flash de una fotografía, que decía Julio Cortázar, surge de principio a fin en la cabeza y cuando eso ocurre, hay un momento de plena lucidez que antecede al hecho físico de escribirlo. La novela es una prueba de resistencia, porque va cambiando, enriqueciéndose, sumando o perdiendo elementos a medida que se va creando.

En este libro explora además un género nuevo para usted pero que, sin embargo, está muy en boga en la actualidad: el microrrelato. ¿Qué le ha motivado a lanzarse a este formato?
La lectura, como siempre. Porque la lectura es el impulso que me mueve, y el que debe mover a todo escritor. Después de haber leído muchos y muy buenos microrrelatos un día surge la voluntad de probar, el atractivo de intentarlo, y el microrrelato es un género muy adictivo precisamente por su fuerza. El fogonazo del relato se vuelve aquí mucho más intenso, es un relámpago en el que se condensan sus principales rasgos: sugestión, complicidad con el lector, precisión lingüística y sorpresa final.

¿A qué achaca esta moda del microrrelato? ¿Quizá la cultura del tweet? Que sea corto no significa que sea fácil, y no son pocos los jóvenes que lo practican...
Hay quienes lo vinculan con la rapidez con la que se vive ahora, con la inmediatez que caracteriza a todo lo que nos rodea, redes sociales incluidas, tal vez por eso sea tan atractivo para los jóvenes. Pero el microrrelato de verdad no se crea de esa forma tan fulminante. No se trata de reunir doscientas o trescientas palabras y ya está, la precisión del lenguaje exige un trabajo de orfebrería, y el espacio breve requiere tener capacidad para sugerirle al lector un argumento y que él coopere y lo complete. Hay mucho más detrás de ese pequeño texto de lo que la gente cree.

Volviendo al libro, sus protagonistas se enfrentan a sus miedos como única solución para «seguir viviendo». ¿Es ese el mensaje que Cuentos suspensivos pretende hacer llegar al lector, el de no dejarse dominar por los miedos?
Sería uno de los mensajes, sí. Siempre me ha importado mucho más el proceso de enfrentarse a esos miedos que el hecho de que se puedan vencer o no. Creo que esa lucha es la que nos hace sentirnos realmente vivos. Imagine que todos diéramos media vuelta cada vez que sintiéramos miedo, el mundo no habría avanzado un ápice si no hubiéramos sido capaces de pelear contra esos temores.

¿Es posible vencer al destino?
El destino suele comportarse de manera parecida a la muerte, a veces creemos que podremos con ella pero luego siempre termina ganando la partida. Al destino no se le vence, si acaso se le convence para que nos dé una tregua. Pero le digo lo mismo que con los miedos, lo que me interesa de los personajes es que luchen contra ese destino, eso es lo interesante, el proceso durante el cual esos personajes se rebelan, que luego ganen o no es secundario, lo interesante es el camino que recorren.

¿Que tiene la novela negra que tanto le atrae?
Yo creo que lo que atrae a todo aficionado al género, el descubrimiento y el juego de la investigación. Como lectores queremos descifrar un misterio, un enigma, y como creadores multiplicamos la diversión al crear las reglas de ese misterio para que otro lector las comparta. Luego hay un componente psicológico importante, que nos permite adentrarnos en el lado oscuro de la vida, en el envés de la realidad que nunca pisaríamos, y como somos curiosos por naturaleza, satisfacemos esas pretensiones con este tipo de novelas, porque lo prohibido siempre nos resulta mucho más atractivo. Súmese el cariz sociológico del género y tenemos servido el menú imprescindible de toda novela negra.

Tras la buena acogida de La mano de Midas, ¿tendremos pronto nuevas aventuras de Sergio Gomes?
Sergio Gomes se ha convertido ya en un compañero inseparable, de esos que uno siempre tiene al lado aunque pase algún tiempo sin verlos. Así que seguiremos caminando juntos, y claro que volverá a protagonizar nuevos casos. De hecho ya está gestando el próximo, aunque ahora le tengo un poco abandonado porque en estos momentos andamos metidos en historias diferentes.

http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/2017/03/27/antonio-parra-interesa-proceso-enfrentarse/816924.html

sábado, 25 de marzo de 2017

ANNOBÓN - LUIS LEANTE

Los hilvanes del destino

Puede que un día se agoten los calificativos a la hora de hablar de Luis Leante, aunque ese día está todavía muy lejos de llegar, ya que el autor caravaqueño, como ha demostrado sobradamente a lo largo de su carrera literaria, ha vuelto a escribir una novela antológica, en la que la ficción y la realidad se mueven complementándose en un baile narrativo que va hipnotizando poco a poco al lector, con dos líneas narrativas convergentes que terminan por llevarnos hacia los rincones tejidos por el destino de dos hombres que compartieron algo más que coincidencias ideológicas.

Iniciándose con el recurso narrativo, no de un manuscrito encontrado, pero sí de la obsesión de un periodista que descubre una historia llena de posibilidades, el autor arma una obra a base de testimonios para bucear en el pasado de dos hombres que conectaron por diversas causas, y de la misma forma que conectaron fueron tragados después por la vorágine del tiempo y de la Historia, a la que muchas veces los seres humanos hacemos funcionar como una máquina ciega y egoísta.

Por un lado, un sargento de la Guardia Civil que se convirtió casi en virrey de Annobón, una pequeña isla de la Guinea española, y que ajustició a un gobernador corrupto en nombre del progreso de sus particulares súbditos, y por otro, un abogado algo idealista, encuadrado en la Falange por admiración a José Antonio, que defiende al sargento y queda fascinado por él. Las figuras de Restituto Castilla y Alfonso Pedraza se hilvanan con jirones de muerte e injusticia, pero también con las sombras de unas mujeres que los enlazaron, y Luis Leante logra que conozcamos tanto su pasado como las acciones que los llevaron a encontrarse, y lo hace gracias a los testimonios de sus hijas.

Este fresco vital, porque la novela es una alegoría de los reveses y casualidades de la vida, nos habla también de la última época colonial española -acaso la gran desconocida de nuestra literatura-, de la posguerra y sus calamidades, de los manejos turbios del poder y hasta de la maledicencia social que tanto cuajó tras la contienda, pero sobre todo nos regala dos personalidades magnéticas, que no dejaron indiferentes a quienes las conocieron, ya gozaran de su amistad o fueran sus más furibundos enemigos. Una vez más hay que inclinarse ante el placer de la buena lectura, porque las páginas de esta novela, amén de sublimar un estilo literario brillante, logran que nos apartemos del mundo para refugiarnos en el universo que ha logrado construir Luis Leante.

Annobón. Luis Leante.
Harper Collins. Madrid 2017. 304 págs. 18 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 25/3/2017)

CARNE DE CARNAVAL - DAVID MONTHIEL


(LA VERDAD, "ABABOL", 25/3/2017)

lunes, 20 de marzo de 2017

'Cuentos suspensivos' en Tele Cartagena

DOS MIL NOVENTA Y SEIS - GINÉS SÁNCHEZ

Sobrevivir

            No hay agua, no hay orden, no hay ciudades, y la tierra se ha vuelto una extensión agreste y caliginosa en la que sobrevivir es un reto diario. ¿Un panorama distópico que podría haber perfilado cualquier autor ducho en el género?, probablemente, pero quizá no hubiera logrado dar con la tecla, con la ambientación, con la hostilidad con la que el lenguaje de Ginés Sánchez se convierte en un personaje más, acaso el más contundente de todos.

            Ambientación, hostilidad y lenguaje, tres pilares sobre los que se sustenta una novela que rasca más allá de nuestras conciencias, y que debería hacernos reflexionar sobre la manera que tenemos de comportarnos con el mundo que nos rodea, y lo que es peor, acerca de qué panorama vamos a dejar detrás de nosotros. No se entienda este planteamiento como una muestra de un texto creado únicamente para remover esas conciencias, no hay dogmatismo alguno en el autor, sólo la voluntad de reflejar un mundo despojado de todo lo superfluo, incluyendo cualquier signo de progreso, y en el que la condición humana es la que tiene que abrirse camino, con todo su equipaje de odios, valor, desconfianza, supervivencia, acaso amor, venganza y poder. En conclusión: puros instintos.

            Ha habido voces que han querido encuadrar esta novela en la narrativa de la desolación, tal y como la practican también algunos otros autores españoles, tal vez haya que elevarla un punto por encima de los géneros, es lo que merece la dureza de lo que cuenta, el hecho de despojar de aditamentos a la naturaleza humana, de permitir que el lector se enfrente al espejo de la especie, tal y como tienen que hacer en cada página Enis, Andera o el misterioso y colosal Taner.

            Fraseo corto, como raudos son los contactos entre los personajes, palabra certera, como atinada es la muerte escondida en los aledaños de cada pozo, perfiles justos, como templadas han de ser algunas reacciones para permitir esa supervivencia tan ansiada. No es nada fácil construir una novela así, y saltar por un páramo de setenta años en los que todo, a pesar de las sombras y las ausencias, ha de seguir forzosamente hacia adelante.

            Huir al norte, buscar el agua, escapar de la sombra de la muerte o de uno mismo, en definitiva encontrar un hueco en ese mundo hostil, nada menos que esos propósitos alberga Ginés Sánchez en esta obra.

Dos mil noventa y seis. Ginés Sánchez.
Tusquets. Barcelona 2017. 335 págs. 18 euros.

domingo, 19 de marzo de 2017

domingo, 12 de marzo de 2017

LOS VIEJOS PAPELES - DAVID G. PANADERO

Memoria marchita

Un joven escritor, e investigador de la literatura popular española durante franquismo, da casi por azar con una de las últimas figuras de dichas obras de quiosco, uno de aquellos hombres que firmaban con seudónimo anglosajón una novela del oeste cada pocos días. Lo que en principio era admiración poco a poco se vuelve una relación extraña en la que los egos de ambos escritores compiten justo hasta que Arturo, el más joven, encuentra una carta entre los papeles de su madre, recientemente fallecida.

El planteamiento: autor joven seducido por autor muy veterano, no es algo novedoso, pero lo que sí es diferente es el tratamiento que hace del mismo David G. Panadero, puesto que no se limita a caminar por el sendero de la admiración sino que desde el inicio coloca a Mateo Duque en el punto de mira de un joven creador que es capaz de hacerle reparar en sus miserias tanto como en sus virtudes. No hay fe ciega en el talento, más bien preguntas que el veterano autor a veces trata de esquivar, y todo cobra sentido cuando se destapan ciertas relaciones que el propio Duque tuvo con otros miembros de la clandestinidad en el tardofranquismo.

Alternando la memoria con la lucha antifranquista, la obra también habla de metaliteratura, ofreciéndole al lector, igual que lo recibe el joven Arturo, un argumento de novela negra sobre el que reflexionar, e incluso con el que jugar a crear, tal y como ambos escritores se plantean hacer a lo largo de la trama. Esa memoria es a veces como un papel viejo, como esos títulos de literatura de consumo que se agolpan en las casas de ambos protagonistas, pero la memoria se vuelve también hoja marchita movida por un viento caprichoso que termina por provocar algún que otro ajuste de cuentas. David G. Panadero lo sabe bien y se mueve a la perfección entre esas dos aguas.

Los viejos papeles. David G. Panadero.
Cuadernos del Laberinto. Madrid 2016. 128 págs. 16 euros.
(LA VERDAD, "ABABOL", 11/3/2017)


VII SEMANA LITERARIA IES MEDITERRÁNEO - MÓNICA ROUANET

“El toro por los cuernos”

         Esta frase es la que pronuncia de vez en cuando María González, la protagonista de la novelaDonde las calles no tienen nombre, con la que Mónica Rouanet llegó hasta nuestro centro para clausurar esta séptima edición de la semana literaria. Y eso fue lo que hizo ella, coger al auditorio por las solapas y regalarnos un encuentro tan interesante como afable que se inició con las palabras de la directora Inés Iglesias y la profesora Eugenia Pérez, para despedir esta edición.

De inmediato Mónica Rouanet habló a los alumnos de 1º de Bachillerato de las interioridades de su novela, de cómo planteó la creación de los personajes y la independencia de la protagonista, que busca huir de una madre castrante, doña Pilar, un personaje que, precisamente por sus tintes malévolos, despertó cierta atracción entre los lectores.

Mónica defiende, como ha hecho siempre, la necesidad de contar historias, por eso confesó que va por la calle mirando hacia arriba, a las ventanas de las casas, porque tras cada vidrio se esconde una vida, o un posible protagonista literario; en el caso de esta novela, miró hacia las ventanas del adinerado barrio madrileño del barrio de Salamanca, y así decidió hablar de las miserias y los secretos de una familia de las llamadas “triunfadoras”.

Hablando de familias, ella reconocía ser una autora que les presta mucha atención, precisamente porque no concibe la vida sin la influencia familiar, y también por el trabajo que realiza, con personas en riesgo de exclusión social, con situaciones familiares muy desfavorecidas. Pero no sólo de familias viven sus novelas, ella se empeña en crear personajes con vida propia, apoyándose en el concepto denominado “gestoforma”, que es la manera que tienen los deportistas de mostrar y ejecutar un movimiento corporal, propio y particular y por el que pueden ser fácilmente reconocidos; y eso es lo que ella pretende, que el lector pueda reconocer a sus personajes sin dudar, y que incluso tras la lectura de sus novelas, esos personajes nos sigan acompañando durante algún tiempo.

A juzgar por las preguntas que se sucedieron en el encuentro, lo ha conseguido, porque numerosos alumnos y profesores la interrogaron acerca de curiosidades de sus criaturas, cuestiones argumentales e incluso de creación literaria. Eso sí, la sesión tuvo un cierre especial para ella, porque tras leerse el epílogo de la novela, la alumna Santa García sorprendió a la autora con la creación de varias páginas en las que continuaba la acción de la novela, jugando con los futuribles literarios para hablar de la vida de María, su protagonista. Un texto que dejó a la autora con la boca abierta e incluso haciéndose preguntas sobre qué les habría ocurrido al resto de los personajes tras cerrar las páginas de Donde las calles no tienen nombre.


No podíamos pensar en una clausura mejor, y ya estamos aguardando la aparición de la tercera novela de Mónica Rouanet, que promete seguir cautivándonos con sus personajes y sus historias.