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domingo, 29 de mayo de 2011

CRÍTICAS LITERARIAS - BENJAMÍN PRADO


Sombras en la memoria


Han tenido que pasar más de treinta años para que algunos acontecimientos ocurridos durante la Transición empiecen a recibir la luz que se merecen, y eso es lo que se ha propuesto Benjamín Prado con esta novela de tintes periodísticos y documentales: airear las conexiones existentes entre el asesinato de Carrero Blanco, la matanza de Atocha, el 23-F, los GRAPO y la CIA, nada menos; lazos que nos llevan hasta una posible conspiración mundial liderada por los estadounidenses en su afán de plantarle cara al comunismo en cualquier rincón del planeta en el que se manifestara.

Tras esa conspiración corre la periodista Alicia Durán, quien se convertirá en uno de los ejes de la novela, arrastrando tras ella a una juez férrea casada con un hedonista y filósofo marido, a un profesor de literatura algo desencantado, a una arqueóloga colaboradora de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, y a la familia de un impresor republicano que lucha para recuperar sus restos del macro-mausoleo del Valle de los Caídos. De una manera tan sutil como firme, al autor entrelaza los destinos de estos personajes, pero sin dejar de ofrecerle al lector una intriga histórica y múltiples episodios tanto de la Guerra Civil como de la construcción del monumento y de las sombras de los primeros años democráticos.

Novela ideológica y muy bien cosida con datos reales cuya presencia se agradece, puesto que es una manera de combatir ese oscuro pacto de silencio que pareció firmarse en España tras la muerte del dictador. Un pacto que ha seguido vigente por encima del color de los gobiernos, un pacto que no ha permitido que muchas familias hayan podido cerrar de una vez sus heridas y que les lleva a seguir buscando justicia, una búsqueda cuya dureza alterna Benjamín Prado con situaciones curiosas, como las protagonizadas por algunos familiares republicanos ante la muerte de Franco.


‘Operación Gladio’. Benjamín Prado.

Editorial: Alfaguara. Madrid, 2011. 380 páginas.

(ABAOL, "LA VERDAD", 28/5/2011)

jueves, 19 de mayo de 2011

Los miserables - Juan Ramón Barat

No me resisto a difundir aquí este artículo de mi amigo y escritor Juan Ramón Barat, lorquino, por motivos más que sobrados.


LOS MISERABLES

Van vestidos con chalecos y cascos reflectantes y llevan una bolsa con botes de pintura o sprays. Forman grupos de cuatro o cinco individuos. La gente de Lorca los ve recorrer las calles, sorteando escombros, pisoteando cascotes, vadeando cintas y vallas que prohíben el paso.

Lorca, asolada por varios terremotos, parece una ciudad bombardeada y estos hombres del chaleco van catalogando los diversos grados de la catástrofe. Como si marcaran en un estadillo el número de ilesos, heridos, muertos y desaparecidos en una guerra macabra –valga la redundancia-. Lo indican con colores: verde, amarillo y rojo. Los del ejército (Unidad Militar de Emergencia) son unos verdaderos ángeles caídos del cielo, aunque no lleven alas y vistan de negro, porque se están dejando la piel en la tarea, arriesgando su vida al entrar en las casas que pueden venirse abajo de un momento a otro. Cuando se topan con el infierno de lo irremediable, le ponen un matiz fúnebre al asunto del cromatismo: pintan directamente con un círculo negro, que significa más o menos lo que el mismo color sugiere: pozo negro o cataclismo integral o muerte súbita.

Los hombres del chaleco reflectante o los del UME, decíamos, recorren la ciudad con los botes de pintura y marcan una cruz o un círculo en las fachadas o junto a las puertas de los edificios y las casas. La gente los rodea, los sigue, acecha sus movimientos, habla con ellos con el corazón encogido, el alma en vilo, los ojos al borde de las lágrimas, porque del color de la cruz o del círculo depende el nivel de la desgracia. Se puede entrar en la casa sin problemas, aunque haya desperfectos (verde); se recomienda no entrar o entrar con mucho cuidado, pero salir enseguida (amarillo); no se puede entrar porque las estructuras del edificio han sido gravemente dañadas y hay peligro de derrumbe (rojo); se prohíbe el paso, este edificio va a ser demolido en breve (negro).

Lo curioso del caso es que muchísimos de los edificios coloreados de rojo o negro son de reciente construcción. Como suena. Estamos hablando de uno, dos, tres, cuatro o cinco años de antigüedad. Algunos, incluso, aún no han comenzado a ser habitados.


El terremoto de 5,1 grados habido en Lorca a las 18:50 h. el pasado miércoles, día 11 de mayo, ha dejado al descubierto las miserias no sólo de los edificios sino de los arquitectos, ingenieros, constructores, maestros albañiles, contratistas, promotores y otros personajes del mundo del ladrillo, que nos han dado gato por liebre. No sé si el lector me estará entendiendo. En vez de poner 1.000 kilos de hierro para sujetar la estructura estos miserables han empleado 500 kilos. En vez de colocar hormigón o cemento armado, han usado arena tonta. Y así sucesivamente. Pero no contentos con esa estafa, se dedicaban a vender esos pisos treinta veces más caros de lo que a ellos les costaba. Dicho de otro modo, un piso podía costarle al constructor entre 50 ó 70.000 euros aproximadamente. Pues bien, los vendían por 240, 250, 260 ó 270.000 euros, céntimo arriba, céntimo abajo, según cómo y dónde, en las fechas en que fueron puestos a la venta. Es decir, en los años de las vacas gordas, previos a la gran crisis actual. Que el lector saque sus conclusiones.

Estos indeseables que se han dedicado a llenarse el bolsillo robando e inflando el mercado inmobiliario, conchabados con los banqueros y otros alienígenas corruptos de los que hablaremos otro día, son los responsables de la burbuja especulativa y de la bancarrota económica y moral en la que estamos sumidos. Pero no sólo eso. Como digo, el terremoto ha puesto al descubierto las miserias de los edificios de paja que estaban construyendo. Por si el lector no lo sabe, un edificio debe ser capaz de soportar el achuchón de un terremoto de unos 7 grados en la escala Richter. Y estos no han aguantado ni uno de 5,1.

¿Quiénes son estos constructores, promotores, ingenieros o arquitectos? Lorca no es tan grande. Pueden contarse con los dedos de las dos manos. Todo el mundo los conoce. De hecho, algunos cometieron la osadía de colocar una placa con su nombre junto a la puerta del edificio donde ahora los hombres del chaleco reflectante y los del UME han dibujado un círculo rojo o negro.

Estoy convencido de que si el célebre Víctor Hugo, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, saliera de su tumba, no dudaría en utilizar todo este material (de derribo y humano al mismo tiempo) para acometer la segunda parte de su famosa obra Los miserables.

Espero que esto no se quede en agua de borrajas, que es lo que suele suceder siempre en este país. Tal vez no sea una mala idea que los propios afectados, esos hombres y mujeres que han visto desmoronarse brutalmente su casita de papel –perdón por la metáfora-, acudan a los tribunales y presenten las demandas pertinentes para que se depuren responsabilidades civiles y penales. En algún lugar tiene que haber un juez dispuesto a hacer justicia –lamentablemente la frase no es un pleonasmo-. Estos miserables deben ser juzgados, y no sólo por lo sucedido sino también por todo lo que podía haber ocurrido. Porque si el terremoto hubiera dado un arreón un poquito más fuerte, sin necesidad de llegar a la magnitud de los 7 grados, Lorca no sería hoy una triste ciudad en ruinas. Sería un inmenso cementerio en ruinas.

Juan Ramón Barat

Escritor independiente

www.juanramonbarat.com

18 de mayo de 2011



sábado, 7 de mayo de 2011

CRÍTICAS LITERARIAS - ROSA MONTERO

He visto cosas que vosotros no creeríais

Rosa Montero ha dado un salto mortal narrativo, mejor dicho, un triple salto con tirabuzón en la espiral del túnel del tiempo, y el resultado ha sido una novela magnética, atrayente, cautivadora y llena de fuerza, tanto en sus aspectos narrativos como en su proyección visual. Una novela en la que el Madrid del año 2109 es uno de los protagonistas, y en la que palpita, sobre todo, el homenaje a Blade Runner y a aquel universo de replicantes que, además de buscar afanosamente al padre, se encargaban de recordarles a los hombres lo afortunado y precario de la existencia humana.

Inmersa en una conspiración mundial, la detective replicante Bruna Husky se ve envuelta en un caso demoledor, puesto que otros congéneres suyos, presa de alteraciones cerebrales e incontenibles ataques de furia, comienzan a asesinar a los humanos de los Estados Unidos de la Tierra. Desde la primera página, el lector es atrapado, o más bien abducido, de manera vertiginosa, por un ambiente futurista narrado con total naturalidad, sin tediosas explicaciones seudocientíficas, y todo para acompañar a la replicante de combate en una investigación que señala taras políticas y sociales de índole universal y se entremezcla, por un lado, con la nostalgia que siente Bruna por la muerte del que fue su amante, y por otro con la cuenta atrás, porque su caducidad vital está ya fijada con un inamovible plazo de cuatro años.

Bajo esa trama policial, Rosa Montero ha sembrado tanto críticas como avisos, críticas acerca de cómo estamos asolando nuestro entorno, y avisos muy serios de lo que esa actitud puede provocar dentro de unas décadas. La memoria del archivero Yannis suministra al lector los datos de esa historia reciente y de los cambios que la negligencia del ser humano ha provocado en el planeta y en la sociedad. El otro personaje vital para Bruna Husky es Paul Lizard, en cuya figura parece recaer un sentido y cariñoso homenaje privado de su autora, un policía que seguirá siempre los pasos de la detective, velando por ella en cada embate. Hay, además, otras criaturas dignas de cariño en un mundo desarraigado, pequeños islotes a los que Rosa Montero se aferra para encontrarnos un rayo de esperanza, para que esas lágrimas en la lluvia no se evaporen sin más, para que no se pierdan con el último de los replicantes. Por suerte, la memoria de la autora madrileña no tiene caducidad, de ahí que haya que agradecerle que nos regale novelas como ésta.


‘Lágrimas en la lluvia’. Rosa Montero.

Seix Barral. Barcelona, 2011. 476 páginas.

(LA VERDAD, "ABABOL", 7/5/2011)

CRÍTICAS LITERARIAS - JIM KOKORIS

Curiosa novela para los tiempos que corren, aunque los entresijos empresariales norteamericanos no se parezcan mucho a los españoles. Jim Kokoris disecciona el ‘american way of life’ y las miserias de un cincuentón que ha pasado de la cumbre al paro, aunque eso le sirva, tras varios descalabros literales, para darse cuenta de qué cartas había manejado hasta entonces en la partida de su vida. Histriónica, melancólica, a ratos dura y a ratos tierna, es difícil sustraerse a las tentaciones del ‘happy end’ por mucha crítica que rezumen sus páginas.


‘El despedido’. Jim Kokoris.

Ediciones del Viento. A Coruña, 2011. 403 páginas.

(LA VERDAD, "ABABOL", 7/5/2011)