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sábado, 27 de febrero de 2010

CRÍTICAS LITERARIAS - PATRICK ERICSON




Una gran tela de araña


Se habla en el prólogo de esta novela de la teoría del iceberg, que consiste en mostrarle al lector una cuarta parte de la información que maneja el escritor, y Patrick Ericson borda la interpretación de dicha teoría, porque las páginas de esta vertiginosa obra no paran de depararnos sorpresas. Claro que para sorprender así hay que saber manejar muy bien los datos y las ocurrencias argumentales, hay que ser un escritor total, a quien le apasionen las buenas historias, a quien le guste fabular y que debe estar dotado de una imaginación casi tan desbordante como fiel ha de ser su respeto por el lenguaje.


Todas estas virtudes reúne Patrick Ericson y se las regala al lector en una trama muy maquiavélica: un tétrico juego de rol puede conducir a la civilización al Apocalipsis tan anunciado en los textos de San Juan. Si esta frase la firmara algún Brown de turno en la contraportada de un ejemplar americano, todo el mundo estaría con la boca abierta, pero la firma un hombre de aquí. Y su osadía como autor va más allá implicando a las altas esferas de El Vaticano, reconociendo las miserias de la extinta Unión Soviética, dando paso a antiguas hermandades y mostrando algunos rasgos del gobierno español. Todo ello teniendo como centro resolutivo de los enigmas a un equipo estadounidense capaz de desentrañar cualquier cerebro, un equipo capitaneado por Sirius Dyer y que está lleno de peculiaridades dignas de leerse.


La novela es una gran tela de araña en la que caemos atrapados ya desde el inicio, pues no hay un instante de respiro, y eso que cada hilo de la tela tiene que engarzarse de forma cuidadosa con los demás. Y para los que crean que un exceso de imaginación puede restar credibilidad a la historia, nada mejor que llegar hasta la última página, allá donde se cuecen las sorpresas más impactantes.


‘El ocaso de las siete colinas’. Patrick Ericson.

Editorial: Vía Magna. Barcelona, 2009. 495 páginas.

(LA VERDAD, "ABABOL", 27/02/10)


martes, 23 de febrero de 2010

LA LINTERNA MÁGICA - LA ESCOPETA NACIONAL



LA ESCOPETA
NACIONAL

ADVERTENCIA: ABSTÉNGANSE DE LEER ESTAS PALABRAS LOS FANÁTICOS DEL NACIONALISMO EXACERBADO. DEDICADO A LOS CATALANES Y VASCOS SENSATOS, QUE, HABERLOS, HAYLOS, Y MUCHOS.


Si el comerciante catalán que encarnaba el gran Saza en la película de Berlanga se hubiera dedicado a la política, se habría enriquecido en menos de lo que canta un gallo, pero claro, sólo era un empresario de porteros electrónicos en pleno franquismo. Hoy las cosas han cambiado tanto que quienes no tenemos un baldón de autonomía histórica no podemos hacer nada más que ver pasar los euros ante nuestros tristes ojos.


Hoy, los “históricos periféricos”, en cambio, se dedican, con toda la hipocresía del mundo, a poner a caer de un burro a todo lo que huela a español, tal y como ocurrió, una vez más, en el último evento deportivo, la Final de la Copa del Rey de Baloncesto celebrada en Bilbao. Que llegan los Reyes a presidir la final del un torneo que lleva su nombre, a silbar como posesos hasta la extenuación, o a apagar sibilinamente la megafonía para que el himno no suene, luego se extrañarían de que saltara un energúmeno a la cancha, con semejante caldo de cultivo.



Pero, eso sí, de renunciar a los beneficios económicos que les pueda reportar este estado ultra-represor, fascista y explotador llamado España, de eso ni hablamos, se quedan con las taquillas de los partidos, los derechos televisivos, con las subvenciones y con las financiaciones autonómicas, siempre y cuando no se las envolvamos en rojo y gualda o en un impreso con membrete de ancestrales escudos, y que no se nos ocurra enviarles ese impreso en castellano, vade retro.

A estos históricos, quienes, por cierto, tendrían que fusionarse y pasar a propugnar un nuevo estado, qué sé yo, Cataluskadi, o Euskataluña, que nadie se sienta discriminado, habría que recordarles que las identidades nacionales más particulares no están reñidas con el amparo de un país, que existen otras quince autonomías que nunca los despreciarían, y en las que nadie se rasga las vestiduras por ser español, y que, por último, con qué carita se habrían quedado si cualquiera de los españoles no fanáticos se hubiera puesto a abuchear “Els Segadors” o a partirse de risa en pleno “Alderdi Eguna”.


A ver si dejamos a un lado la hipocresía, corren tiempos de globalización y dárselas de ombliguismo parece más bien retrógrado, así que lo más sensato sería dejar de practicar esa ley del embudo. O si no, si de verdad hay quienes anhelan esa independencia a toda costa, que se gestionen solos, que con este pedazo de crisis, los millones que liberen nos vendrían muy bien a los rancios españolotes, y que se vayan a jugar sus ligas y copas particulares. Que yo sepa, quince comunidades autónomas son capaces de sobrevivir en España sin esa doble moral.



miércoles, 17 de febrero de 2010

TRAMPANTOJOS

Dicen que si uno se sienta con mucha paciencia a la orilla de un río, tarde o temprano verá pasar flotando los cadáveres de sus enemigos. El problema es que esos enemigos conocen también el proverbio, lo cual dará lugar, por fuerza, a una serie de esperas eternas, salvo que algún ingeniero diabólico de la venganza dé con el sistema perfecto para construir una estructura de esclusas capaces de empujar el resentimiento y la longevidad río arriba.

domingo, 14 de febrero de 2010

CRÍTICAS LITERARIAS - LUIS LANDERO

El don de fabular

La capacidad de fabular es un regalo del destino, un don celestial, llámese como se quiera, pero se tiene o no se tiene, es decir, que las musas son generosas o no lo son; ahora, cuando se tiene, se convierte en una joya digna de ser utilizada en todo momento. Luis Landero tiene ese don, lo cual es sabido ya desde hace muchos años, pero en esta ocasión ha decidido ser todavía más generoso y entregarle el don al protagonista de esta novela, para que sea él mismo quien narre una serie de extrañas y a veces estrambóticas peripecias.


Peripecias que, curiosamente, él casi no ha protagonizado, porque ha sido más un hombre contemplativo que un hombre de acción, y aparte de cometer algunos exabruptos verbales con algún desconocido callejero, o de haber seducido a una vecina con ansias de coqueta y vientos de mujer infeliz, este hombre inmaduro lo que ha hecho casi siempre ha sido mirar, pero mirar con la atención microscópica de un taxidermista, mirar y guardarlo todo para ir sacándolo, años después, tendido en la cama de un hospital, en esos momentos oscuros en que la sombra de la muerte viene con el libro de cuentas bajo el brazo para ver cómo resulta el balance, y lo saca para entregárselo a una mujer que le escucha.





Por esos ojos, al tiempo que por estas páginas, han pasado seres disconformes con el destino que les había tocado vivir, nómadas que soñaban con tener una familia estable, sedentarios que querían ser aventureros o descubridores, fontaneros cachazudos que rechazan chapuzas para seguir en su tertulia, tipos que apenas se movían, vecinos que vampirizan a los recién llegados bajo el pretexto de un exceso de atenciones, o mujeres que se solazan pomadeándose la una a la otra… Y todos reunidos en un bar, el Maracaná, en el madrileño barrio de Chamberí, una atalaya desde la que observar pasar la vida y decidir, llegado el caso, si uno se sube a su carro, o tal vez lo deja pasar pañuelo en mano.


Puede ser que algún purista crea que no hay argumento en esta novela, que es sólo la concatenación de posibles argumentos frustrados, pero se equivocaría, o tal vez no conozca bien la esencia creativa del autor extremeño, y lo que es aún mucho peor, olvidaría antecedentes de relatos o historias encadenadas que tuvieron su origen en nuestro pasado literario más glorioso. Lo dicho, ojalá que la legendaria pasión de contar siga viva durante muchísimos años en las expertas manos de Luis Landero.


‘Retrato de un hombre inmaduro’. Luis Landero.

Editorial: Tusquets. Barcelona, 2009. 234 páginas.

(DIARIO LA VERDAD, "ABABOL", 13/02/10)


sábado, 6 de febrero de 2010

TRAMPANTOJOS


En el ambulatorio, un cuarto de hora esperando sólo para pedir una cita. Del cubículo que hay tras el mostrador brota un tipo con bata blanca y nariz de púgil, le grita a una mujer árabe, le grita a un sudamericano. Llega mi turno y no me grita, hubiera querido preguntarle por qué a mí no, o por qué a ellos sí, pero al final no lo he hecho. Vivimos entre la complacencia del laissez passer, huyendo de las complicaciones, callando por vergüenza, mirando al suelo. Tendría que haberle exigido que me gritase también, pero en sus ojos no había ningún rastro de la sutileza necesaria para entender ese gesto. Salgo a la calle con mi cita concertada con la amargura.




lunes, 1 de febrero de 2010

CRÍTICAS LITERARIAS - JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL



El chamán


Armar un artefacto de precisión no es nada sencillo, hay que tener una paciencia infinita y unos dedos expertísimos y hábiles para que la maquinaria encaje y no se descuajaringue al primer embate. Juan Jacinto Muñoz Rengel puede presumir de tener unas manos sabias para la orfebrería del cuento, y no sólo por los premios que eso le ha acarreado, sino por la calidad que muestra en cada una de las once miniaturas que presenta en este volumen. En ellas hay mecánica, por supuesto, la que sólo proporciona la buena técnica, pero también hay kilos y kilos de alquimia, la magia siempre necesaria para convertir en oro lo que en otras manos habría sido sólo un pedrusco argumental.


El Toledo musulmán con un investigador muy particular, la creación del reloj de Praga, la herencia maldita de Nostradamus, un par de historias teñidas del misterio gallego de las meigas, una brigada de Diógenes en la que está muy presente el Bradbury de los bomberos quemadores de libros. Estos son algunos de los argumentos que un lector atento puede paladear en este libro, pequeños homenajes a otras literaturas, tamizados por la voluntad del autor, quien llega a fabricar un ambiente a veces gótico, aunque salpicado con un peculiar sentido del humor, negro casi siempre, y un hálito enigmático necesario para la tensión literaria.


Todo ello sin olvidar los gólems y los misterios de la creación, así como otro tema vital en una narrativa que bien podría asemejarse a la de Borges o Cortázar,: el doble. Juan Jacinto Muñoz Rengel lleva dentro las claves de la transmutación literaria, y eso le convierte en un chamán del relato, sólo así puede explicarse el último texto del libro y la suavidad con la que se entremezclan en sus páginas la ciencia y la escritura, los dos alientos que desde siempre han dado vida al ser humano.


‘De mecánica y alquimia’. Juan Jacinto Muñoz Rengel.

Editorial: Salto de Página. Madrid, 2009. 154 páginas.